Polillas

Intro­duc­ción a tra­vés de las com­pras

Las pol­il­las de los ali­ment­os pue­den ent­rar en la casa a tra­vés de pro­duc­tos infesta­dos como hari­na, nue­ces o frut­os secos.

Ven­ta­nas y puer­tas abier­tas

Las pol­il­las adul­tas vue­lan a la casa a tra­vés de ven­ta­nas o puer­tas abier­tas, espe­cial­men­te en los meses cáli­dos.

Hue­vos ocul­tos en la ropa

Las pol­il­las de la ropa pre­fie­ren poner sus hue­vos en áre­as oscu­ras y tran­qui­las de los arma­ri­os.

Rápi­da repro­duc­ción

Una hembra pue­de poner has­ta 250 hue­vos, lo que lle­va a una rápi­da pro­pa­ga­ción.

Agu­je­ros en los tex­ti­les

Peque­ños agu­je­ros, a menu­do redon­dos, en la ropa hecha de fibras natu­ra­les.

Tel­a­ra­ñas

Hilos finos y blan­cos en o sob­re pren­das de ves­tir.

Lar­vas y pupas

Peque­ñas lar­vas o capul­los de color cre­ma en los plie­gues de la ropa.

Ali­ment­os apel­ma­zados

Hari­na, cerea­les o nue­ces con finas tel­a­ra­ñas o gru­mos.

Lar­vas en los sum­i­nis­tros

Peque­ñas lar­vas blan­cas en los ali­ment­os o en los bor­des de los enva­ses.

Pol­il­las volan­do

Peque­ñas pol­il­las mar­ro­n­es que vue­lan en la coci­na o la despen­sa.

Arma­ri­os

Espe­cial­men­te en pren­das de ves­tir de lana o seda que rara vez se usan.

Alfom­bras y tapi­ce­rí­as

Deba­jo de alfom­bras o en tapi­ce­rí­as con fibras natu­ra­les.

Áti­cos y tras­te­ros

Los tras­te­ros desa­ten­di­dos ofre­cen con­di­cio­nes idea­les.

Arma­ri­os de pro­vi­sio­nes

En enva­ses de ali­ment­os abier­tos o mal cer­ra­dos.

Grie­tas y hen­di­du­ras

Esqui­nas oscu­ras y grie­tas en arma­ri­os o estan­te­rí­as.

Detrás de los cajo­nes

Áre­as ocul­tas que rara vez se lim­pian.

Des­truc­ción de la ropa

Las lar­vas de las pol­il­las de la ropa hacen agu­je­ros antie­sté­ti­cos en los tex­ti­les.

Con­ta­mi­nación de los ali­ment­os

Las pol­il­las de los ali­ment­os con­ta­mi­nan los sum­i­nis­tros con lar­vas, tel­a­ra­ñas y excre­ment­os, y pue­den intro­du­cir hon­gos o áca­ros.

Ries­gos para la salud

Las pol­il­las no son tóxi­cas ni trans­mi­ten enfer­me­da­des. Sin embar­go, el con­su­mo de ali­ment­os con­ta­mi­na­dos pue­de pro­vo­car moles­ti­as gas­tro­in­testi­na­les o reac­cio­nes alérgi­cas.

Lim­pie­za regu­lar

Lim­pi­ar y ven­tilar regu­lar­men­te los arma­ri­os y los arma­ri­os de pro­vi­sio­nes.

Lavar la ropa

Lavar y secar bien la ropa usa­da antes de guar­dar­la.

Alma­ce­nar los ali­ment­os cor­rec­ta­men­te

Guar­dar los ali­ment­os secos en reci­pi­en­tes her­mé­ti­cos.

Uti­li­zar fra­gan­ci­as

Colo­car bol­si­tas de lavan­da, made­ra de cedro o cla­vos en los arma­ri­os.

Colo­car mos­qui­te­r­as

Colo­car mos­qui­te­r­as en ven­ta­nas y puer­tas para evi­tar la ent­ra­da de pol­il­las.

Agua con vin­a­g­re

Lim­pi­ar arma­ri­os y estan­te­rí­as con una mez­cla de agua y vin­a­g­re.

Lavan­da y made­ra de cedro

Efec­to disua­s­o­rio sob­re las pol­il­las debi­do al olor inten­so.

Bicar­bo­na­to de sodio

Extrae la hume­dad del aire y crea un cli­ma des­fa­vorable para las pol­il­las.

Tram­pa de leva­du­ra en pol­vo

Uti­li­zar una mez­cla de hari­na y leva­du­ra en pol­vo como tram­pa para las pol­il­las de los ali­ment­os.

Avis­pas pará­si­tas

Uso de insec­tos bene­fi­ci­o­sos que para­si­tan los hue­vos de las pol­il­las y así inter­rum­pen el ciclo de vida.

Pro­ce­di­mi­ent­os térmi­cos

Uso de calor para la eli­mi­nación efi­caz y res­pe­tuo­sa con el medio ambi­en­te de las pol­il­las y sus lar­vas.

Sin pro­duc­tos quí­mi­cos

Sin uso de insec­ti­ci­das, por lo tan­to, segu­ro para las per­so­nas y el medio ambi­en­te.

Efi­caz

Eli­mi­nación fia­ble de las pol­il­las en todas las eta­pas de des­ar­rol­lo.

Rápi­do

Cor­ta dura­ción del tra­ta­mi­en­to con efec­to inme­dia­to.

Sua­ve

Sin daños a las estruc­tu­ras del edi­fi­cio o al mobi­lia­rio.

Sos­teni­ble

Redu­ce la pro­ba­bil­idad de una nue­va infesta­ción.