Hormigas

Bús­queda de ali­men­to

Las hor­mi­gas se sien­ten atraí­das por los ali­ment­os abier­tos y las sus­tanci­as dul­ces.

Ras­tros de olor

Dejan ras­tros de fero­mo­nas que otras hor­mi­gas siguen.

Grie­tas y hen­di­du­ras

Las aber­tu­ras más peque­ñas en pare­des o ven­ta­nas sir­ven como pun­tos de ent­ra­da.

Plan­tas

Pue­den ent­rar en la casa a tra­vés de plan­tas en mace­tas.

Fuen­tes de calor

Los apa­ra­tos eléc­tri­cos o la cal­e­fac­ción ofre­cen escon­di­tes cáli­dos.

Hile­r­as de hor­mi­gas

Lar­gas filas de hor­mi­gas que se mue­ven ent­re el nido y la fuen­te de ali­men­to.

Hor­mi­gas indi­vi­dua­les

Explo­ra­do­ras que buscan comi­da.

Con­s­truc­ción de nidos

Mon­to­nes de tier­ra o are­na en grie­tas o en las pare­des.

Olor

Un olor lige­ra­men­te dul­ce pue­de indi­car cier­tas espe­ci­es de hor­mi­gas.

Emba­la­jes de ali­ment­os daña­dos

Indi­ci­os de que las hor­mi­gas han acce­di­do.

Arma­ri­os de coci­na

Espe­cial­men­te cer­ca de los ali­ment­os.

Grie­tas en la pared

Las peque­ñas grie­tas ofre­cen escon­di­tes idea­les.

Deba­jo de los roda­piés

Zonas oscu­ras y pro­te­gi­das.

Detrás de apa­ra­tos eléc­tri­cos

Las fuen­tes de calor son atrac­ti­vas.

Ries­go para la higie­ne

Las hor­mi­gas pue­den trans­mit­ir gérme­nes.

Con­ta­mi­nación de ali­ment­os

Las pro­vi­sio­nes abier­tas se vuel­ven inser­vi­bles.

Daños estruc­tu­ra­les

Algu­nas espe­ci­es roen made­ra o ais­la­mi­ent­os.

Reac­cio­nes alérgi­cas

Posi­ble en per­so­nas sen­si­bles.

Alma­ce­nar los ali­ment­os de for­ma segu­ra

Guar­dar en reci­pi­en­tes her­mé­ti­cos.

Lim­pie­za

Eli­mi­nar inme­dia­ta­men­te las migas y los res­tos de comi­da, sob­re todo cer­ca de ven­ta­nas y aber­tu­ras simi­la­res.

Sel­lar los pun­tos de ent­ra­da

Cer­rar grie­tas y hen­di­du­ras.

Bar­re­ras de olor

Uti­li­zar cás­ca­ras de limón, vin­a­g­re o canela como disua­si­vo natu­ral.

Solu­ción de vin­a­g­re

Lim­pi­ar las hile­r­as de hor­mi­gas con vin­a­g­re para eli­mi­nar los ras­tros de olor.

Mez­cla de bicar­bo­na­to de sodio y azú­car

Colo­car como cebo para atraer y com­ba­tir las hor­mi­gas.

Canela o tiza

Espar­cir bar­re­ras en posi­bles pun­tos de ent­ra­da que las hor­mi­gas evi­ten.

Cebos para hor­mi­gas com­pra­bles

Dis­po­nibles en el mer­ca­do y sue­len con­te­ner insec­ti­ci­das efi­caces.

Con­trol de pla­g­as

En caso de infesta­ción gra­ve o recur­ren­te, debe recurr­ir­se a un pro­fe­sio­nal que tome medi­das especí­fi­cas y sos­teni­bles.

Pro­ce­di­mi­ent­os térmi­cos

Uso de calor para mat­ar todas las eta­pas de des­ar­rol­lo.

Sin pro­duc­tos quí­mi­cos

Sin con­ta­mi­nación por sus­tanci­as noci­vas para per­so­nas, ani­ma­les o el medio ambi­en­te.

Con­trol inte­gral

Mata las hor­mi­gas de for­ma fia­ble en todas las eta­pas de des­ar­rol­lo.

Sua­ve con el inven­ta­rio

Los mueb­les y las despen­sas per­ma­necen int­ac­tos.

Efec­to rápi­do

Se pue­de uti­li­zar como medi­da agu­da, nor­mal­men­te en un solo tra­ta­mi­en­to.

Ide­al para zonas sen­si­bles

Per­fec­to para hoga­res con niños o per­so­nas alérgi­cas.