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¿Qué son las chinches?

Las Cimex lec­tu­la­rius, como los cien­tí­fi­cos deno­mi­nan a las chin­ches, son un insec­to ras­tre­ro de la fami­lia de las chin­ches de las hojas. Se las cla­si­fi­ca como ecto­pa­rá­si­tos hema­tó­fa­gos (que suc­cio­nan san­gre), es decir que estos pará­si­tos viven en la super­fi­cie exter­na, por ejem­plo, en la piel de los hués­pe­des y, median­te su pica­du­ra, se ali­men­tan de su san­gre. No solo las aves y los mamí­fe­ros, sino tam­bién los seres huma­nos, son víc­ti­mas de las pica­du­ras de las chin­ches en bús­que­da de ali­men­to. Mien­tras que los ani­ma­les sir­ven como hués­pe­des secun­da­rios, los seres huma­nos son los hués­pe­des prin­ci­pa­les de estos hematófagos.

Según las con­di­cio­nes del ambien­te, como la tem­pe­ra­tu­ra, la ali­men­ta­ción, etcé­te­ra, la vida de los pará­si­tos se extien­de entre 6 y has­ta 18 meses, debi­do a que pue­den sobre­vi­vir algu­nos meses sin ali­men­tar­se. En la fase sin ali­men­ta­ción, las cimex lec­tu­la­rius no ponen huevos.

Nahaufnahme einer BEttwanze

Las Chin­ches
(Cimex lectularius)

¿Cómo se repro­du­cen las chinches?

A lo lar­go de su ciclo de vida, una chin­che pone entre 200 y has­ta un máxi­mo de 500 hue­vos; en pro­me­dio cada día pone múl­ti­ples hue­vos y, por sema­na, entre 15 y 25 hue­vos. Des­pués del apa­rea­mien­to y la fecun­da­ción de los hue­vos, el depó­si­to de los hue­vos tie­ne lugar en menos de 24 horas. Por lo gene­ral, los hue­vos fecun­da­dos se ponen en el mis­mo escon­di­te de las chin­ches, por ejem­plo, grie­tas y hen­di­du­ras. En caso de que reinen las con­di­cio­nes ambien­ta­les idea­les (tem­pe­ra­tu­ra ambien­te de 22 °C, no menos de 13°C ni más de 36°C), des­pués de 2 sema­nas salen las lar­vas, las que se desa­rro­llan en alre­de­dor de otras 8 sema­nas para con­ver­tir­se en ejem­pla­res madu­ros que se vuel­ven a reproducir.

El desa­rro­llo de los insec­tos adul­tos suce­de en 5 esta­dios, en los cua­les las lar­vas nece­si­tan ali­men­tar­se de san­gre para alcan­zar el siguien­te esta­dio del desarrollo.

10 datos sobre las chinches

Las chin­ches «comen» varios platos

En su ali­men­ta­ción, las chin­ches adop­tan un sis­te­ma simi­lar al de los seres huma­nos: Entra­da, prin­ci­pal y pos­tre. Des­pués de que han pica­do en un lugar, se mue­ven y pican en otro lugar. Por ese moti­vo, gene­ral­men­te las pica­du­ras de chin­ches se encuen­tran en una línea, cono­ci­da como la vía de las chinches.

Las chin­ches no son señal de fal­ta de higiene

Las chin­ches no viven en una habi­ta­ción por­que no esté sufi­cien­te­men­te lim­pia. Se encuen­tran tam­bién en alo­ja­mien­tos que no tie­nen nin­gu­na señal de con­duc­tas poco higié­ni­cas o de fal­ta de lim­pie­za. Para las chin­ches es exac­ta­men­te igual que el ambien­te esté sucio o lim­pio. Lo que les impor­ta es que haya un hués­ped (fuen­te de ali­men­ta­ción) en las cercanías.

A las chin­ches no les gus­ta el calor

Estos pará­si­tos, que de otro modo serían tan robus­tos, abo­rre­cen el calor. En todos los esta­dios de su vida, las chin­ches evi­tan el calor que exce­da el calor cor­po­ral del ser humano. El moti­vo es que, con el calor, la albú­mi­na de los pará­si­tos se coa­gu­la y la chin­che no pue­de sobre­vi­vir. Esto hace que el méto­do de nues­tro Ther­mo-bug® sea tan eficaz.

Las chin­ches se adap­tan a los venenos

Antes se com­ba­tían las chin­ches con insec­ti­ci­das. Esta estra­te­gia tenía mucho éxi­to. Sin embar­go, con el tiem­po, los insec­tos empe­za­ron a desa­rro­llar resis­ten­cias con­tra los vene­nos y, en par­te, pudie­ron sobre­vi­vir. Por ese moti­vo, el calor es el úni­co méto­do para com­ba­tir los pará­si­tos con éxi­to, dado que estos no pue­den desa­rro­llar nin­gu­na resis­ten­cia con­tra el calor.

Las chin­ches ayu­nan duran­te has­ta 5 meses

En con­di­cio­nes pro­pi­cias, las chin­ches pue­den sobre­vi­vir has­ta 5 meses sin ali­men­tar­se. En cier­tas con­di­cio­nes con tem­pe­ra­tu­ras bajas, las resis­ten­tes chin­ches pue­den sobre­vi­vir has­ta 400 días. Esto es más de un año.

Las chin­ches son inocuas

No se ha com­pro­ba­do que las chin­ches trans­mi­tan enfer­me­da­des. Inclu­so cuan­do las chin­ches piquen a una per­so­na enfer­ma y lue­go a una per­so­na sana, no hay temer nin­gún ries­go para la salud. No obs­tan­te, en nues­tras Pre­gun­tas fre­cuen­tes acla­ra­mos cómo pue­den las chin­ches afec­tar su bienestar.

Las chin­ches pue­den detec­tar­se a sim­ple vista

A pesar de que son muy peque­ñas, afor­tu­na­da­men­te son sufi­cien­te­men­te gran­des para poder reco­no­cer­las a sim­ple vis­ta. Las chin­ches tie­nen un tama­ño apro­xi­ma­do de 4 a 8 mm y son prác­ti­ca­men­te trans­pa­ren­tes. Cuan­do han comi­do, cam­bian de color a ama­ri­llo cla­ro, marrón cla­ro o marrón oscu­ro, mien­tras que la par­te pos­te­rior del cuer­po se pone visi­ble­men­te negra. Aquí expli­ca­mos con toda pre­ci­sión cómo reco­no­cer las chinches.

Las chin­ches ponen muchos huevos

En con­di­cio­nes pro­pi­cias, las chin­ches se mul­ti­pli­can explo­si­va­men­te. En su ciclo de vida, cuan­do se ali­men­ta, una úni­ca chin­che hem­bra pue­de poner has­ta 500 hue­vos. Por lo gene­ral, muchas chin­ches son hem­bras que se repro­du­cen, y las nue­vas chin­ches, una vez desa­rro­lla­das, vuel­ven a poner hue­vos y así sucesivamente.

Las chin­ches se escon­den muy bien

Las chin­ches habi­tan en cual­quier lugar que les sir­va de escon­di­te: Grie­tas, hen­di­du­ras, ori­fi­cios… Cuan­do no se están ali­men­tan­do, están ocul­tas. En caso de una pla­ga de chin­ches así encuen­tran escon­di­te en cual­quier lugar, por lo que es suma­men­te difí­cil para una per­so­na no entre­na­da ubi­car todos sus escon­di­tes. Por ese moti­vo, en todos los casos debe con­tac­tar a un espe­cia­lis­ta si detec­ta chinches.

A las chin­ches les gus­ta viajar

Las chin­ches via­jan mucho, más o menos volun­ta­ria­men­te. Se ocul­tan en el equi­pa­je de los hués­pe­des de hote­les, en los bol­sos de mano e, inclu­so, en los mue­bles, y así via­jan como poli­zo­nes de lugar en lugar. De este modo lle­gan inad­ver­ti­das a las resi­den­cias y a nue­vos huéspedes.

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