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Las chin­ches están acti­vas duran­te la noche; duran­te el día, el pará­si­to san­gui­na­rio se ocul­ta. Esté aten­to, espe­cial­men­te cuan­do las chin­ches están dur­mien­do. Tóme­se el tra­ba­jo de revi­sar sus posi­bles escon­di­tes para detec­tar indi­cios de la plaga.

En estos luga­res se escon­den pre­fe­ren­te­men­te los parásitos:

  • Cual­quier tipo de hen­di­du­ras, grie­tas, arcos y ranu­ras de mue­bles (de made­ra), espe­jos, cua­dros y rodapiés.
  • Mar­cos de puer­tas y ventanas.
  • Estruc­tu­ras de cama (inclui­das sus patas), col­cho­nes, tapi­ces de pared, deco­ra­cio­nes, equipaje.
  • Enchu­fes, lla­ves de luz, lám­pa­ras, cor­ti­na­dos y mar­cos de made­ra de cual­quier tipo.
  • Techos estu­ca­dos, mol­du­ras deco­ra­ti­vas, zóca­los y celosías.

Si pasa la noche fue­ra de casa y cons­ta­ta o tie­ne la míni­ma sos­pe­cha de la exis­ten­cia de chin­ches, no lo dude e infor­me de inme­dia­to a la admi­nis­tra­ción del hotel. Cual­quier esta­ble­ci­mien­to le agra­de­ce­rá por esta fun­da­men­tal adver­ten­cia y reac­cio­na­rá con las medi­das de con­trol de las chin­ches que resul­ten adecuadas.

El ser humano via­ja mucho y con gus­to. Esto mis­mo pue­de ser un pro­ble­ma en tér­mi­nos de dise­mi­na­ción de los pará­si­tos. Las chin­ches se ocul­tan en el equi­pa­je y, de este modo, incons­cien­te­men­te se con­vier­ten en «rega­li­tos» desagradables.

Asi­mis­mo, la com­pra de anti­güe­da­des o mue­bles y alfom­bras usa­dos o las gan­gas de las tien­das de segun­da mano son posi­bles fuen­tes de peli­gro de trans­por­te de chin­ches a su casa o residencia.

Otras posi­bi­li­da­des de cómo pue­den lle­gar los pará­si­tos a su casa son los techa­dos en los que ani­dan aves (palo­mas), los nidos de pája­ros en la casa o las tube­rías de ser­vi­cios públicos.

El pará­si­to se mul­ti­pli­ca muy rápi­da­men­te, por lo que las pri­me­ras medi­das que la per­so­na adop­te (por ejem­plo, colo­car roda­piés o bur­le­tes en ven­ta­nas o sacu­dir o lim­piar las par­tes o los obje­tos afec­ta­dos) de nin­gu­na mane­ra son sufi­cien­tes para con­tro­lar la plaga.

Aun­que las chin­ches se extien­den cada vez más, es posi­ble tomar medi­das para evi­tar que la pla­ga afec­te su casa.

En su pró­xi­mo via­je por vaca­cio­nes o tra­ba­jo, obser­ve lo siguiente:

  • No deje su equi­pa­je (male­ta, mochi­la, bol­so, bol­so de mano) cer­ca de la cama del hotel; es ahí don­de se ocul­tan las chin­ches en bús­que­da de ali­men­to, por­que estos están en con­tac­to direc­to con los seres huma­nos. Su camino has­ta ocul­tar­se en los forros, los plie­gues, los com­par­ti­mien­tos y los bol­si­llos del equi­pa­je es corto.
  • Guar­de el equi­pa­je en luga­res cerra­dos: así difi­cul­ta­rá el acce­so para las chinches.
  • Si se alo­ja por pocos días, guar­de la ropa para lavar sin envol­ver en la male­ta cerrada.
  • Con­tro­le que no haya grie­tas y hen­di­du­ras en la mesa de luz al lado de la cabe­ce­ra de la cama: aquí se encon­tra­rán más fre­cuen­te­men­te las chin­ches que en la cama o en el col­chón. El cam­bio fre­cuen­te de sába­nas moles­ta a las chin­ches y, por ese moti­vo, se mudan a las cabe­ce­ra de la cama, cer­ca de su huésped.
  • Las chin­ches pre­fie­ren los escon­di­tes en la made­ra. Si hay mue­bles de made­ra en la habi­ta­ción del hotel, reví­se­los sin fal­ta para detec­tar una posi­ble plaga.
  • Con­tro­le las sába­nas del hotel para detec­tar posi­bles indi­cios de excre­men­tos y man­chas de san­gre (man­chas de color rojo oscuro)
  • Eche un vis­ta­zo a las pare­des de la habi­ta­ción, detrás de los cua­dros y espe­jos, las alfom­bras y el techo: a menu­do las chin­ches tre­pan por las pare­des has­ta el techo y se arro­jan sobre su víctima.
  • Cuan­do regre­se a casa, nun­ca colo­que su equi­pa­je en el dormitorio.
  • Lim­pie el inte­rior y el exte­rior del equi­pa­je, inclui­do su bol­so, con un paño húmedo.
  • No deje la ropa para lavar sucia en el cuar­to de baño; lave la ropa sucia que haya traí­do del via­je de inme­dia­to, y con agua lo más calien­te posible.

En todos los luga­res en los que los seres huma­nos se alo­jan y tras­la­dan pue­den ocul­tar­se las chin­ches en bús­que­da de hués­pe­des. Duran­te todo el año. Inde­pen­dien­te­men­te de las esta­cio­nes. En todo el mundo.

Nada ni nadie está salvo.

  • Alo­ja­mien­tos (hote­les, pen­sio­na­dos, alber­gues para la juven­tud, residencias/​apartamentos de vaca­cio­nes, mote­les, hos­tels, etcétera)
  • Medios de trans­por­te, como ómni­bus, tre­nes, avio­nes, cruceros
  • Alo­ja­mien­tos (para estu­dian­tes), hos­pi­ta­les, resi­den­cias para ancia­nos, jar­di­nes de infan­tes, internados
  • Con­tro­le grie­tas, hen­di­du­ras, mar­cos y los asien­tos tapi­za­dos de los mue­bles usa­dos, espe­cial­men­te los mue­bles de made­ra, para detec­tar una posi­ble plaga.
  • En los sillo­nes y sofás, ins­pec­cio­ne espe­cial­men­te los mar­cos de los muebles.
  • Lave la ropa usa­da inme­dia­ta­men­te des­pués de com­prar­la, inclu­so antes de usar­la por pri­me­ra vez, con agua lo más calien­te posible.

Los insec­tos hema­tó­fa­gos, como las chin­ches, se ali­men­tan con san­gre. Los atrae el CO2 de la exha­la­ción huma­na y el calor del cuer­po de los seres huma­nos duran­te la noche. Las inves­ti­ga­cio­nes han demos­tra­do que las chin­ches per­ci­ben su obje­ti­vo a una dis­tan­cia de al menos 40 cm y se lan­zan en bús­que­da de su fuen­te de ali­men­tos. Por ese moti­vo, el dor­mi­to­rio es la tie­rra ideal para las chinches.

Aun­que no se ha com­pro­ba­do que las chin­ches trans­mi­tan enfer­me­da­des con sus pica­du­ras, estas tie­nen efec­tos muy nega­ti­vos para la salud de los seres huma­nos. Una pla­ga inten­sa duran­te un perío­do pro­lon­ga­do pue­de cau­sar ane­mia en casos aislados.

Ras­gos típi­cos y efec­tos per­ju­di­cia­les para la salud

  • Pru­ri­to extre­mo en el lugar de la picadura
  • Reac­cio­nes cutá­neas com­ple­jas, como exan­te­ma ampo­llo­so, pápu­las que cau­san pru­ri­to (papu­la­ción) o eri­te­ma super­fi­cial con hin­cha­zón par­cial e inten­sa (urti­ca­ción)
  • Sobre­in­fec­ción y ecce­ma infec­ta­do por ras­car­se con intensidad
  • Males­tar gene­ra­li­za­do, en cier­tas cir­cuns­tan­cias, con fie­bre, náu­seas e insom­nio asociados
  • Reac­cio­nes alér­gi­cas, inclu­so cho­que ana­fi­lác­ti­co, para las per­so­nas con hiper­sen­si­bi­li­dad gene­ra­li­za­da a las pica­du­ras de insec­tos o en caso de pla­gas muy inten­sas (muchas picaduras)
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